Para vivir un año es necesario morirse muchas veces mucho.


El día que sospechó que se enamoraría huyó a la gran ciudad, se creyó allí a salvo de las mariposas que le rondaban la cabeza y temía terminaran agonizando en su estómago.

Jamás se hubiera perdonado seguir aumentando aquel cementerio de alas de colores, y es que...cuando quieres de verdad a una mariposa, solo puedes aspirar a olvidarla.


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